miércoles, 29 de enero de 2014

¡Qué maleducados!

A veces nos encontramos con casos complejos a la hora de valorar qué factores afectan sobre un niño en concreto o sobre su familia. En estas situaciones nos citamos con los padres e incluso buscamos en el hogar, en su vivienda, la raíz del problema. Este mecanismo es muy similar al funcionamiento de Cáritas: evaluar el entorno y núcleo familiar y estudiar a quién se ayuda para que los recursos sean aprovechados, asegurando que nuestra labor es la adecuada y está personalizada a cada caso.

Alguien me dijo una vez "la pobreza afea" y es cierto, lo es y mucho:
Te das cuenta de ello cuando trabajas con personas que sufren, cuya relación con los demás en muchas ocasiones dista de lo que sería una relación educada, personas que no reciben nada y por tanto no saben como recibir, personas por las que nadie apuesta y que terminan por no apostar por ellos mismos (muchas faltas de asistencia, citaciones o entrevistas que se suspenden a última hora) . No solo se trata de suplir de unas necesidades básicas para vivir, si no unas necesidades para vivir con dignidad.
Es por eso que no debemos desalentarnos si nuestra ayuda no llega a ser valorada en algunos momentos, debemos estar ahí y concienciar a estas personas del valor de las cosas, en definitiva: educar. Jamás podremos decir "¡Qué maleducados!" si no somos conscientes de lo que hay detrás de esas etiquetas.

Esta semana en la academia estamos a tope de trabajo!
Buscamos asesoramiento para establecer un reglamento de régimen interno y vamos de reunión en reunión, buscando respuestas a mil interrogantes, pero tomando un camino ya definido...
Sin darnos cuenta ya somos 10 profesores: Luna, Cristina, Adrián, Juanjo, Paloma, Alba, Blanca, Carmen Mónica y Aarón.

...Y seguimos...


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